Mantener un régimen de actividad física tiene beneficios a lo largo de toda la vida. Hacerlo con regularidad es importante para la salud física, mental y social y en especial para las personas mayores.
La literatura científica indica que comparativamente las personas de 65 o más y que son activas presentan tasas más bajas de mortalidad; cardiopatía coronaria; hipertensión; accidente cerebrovascular, entre otras; tienen una masa y composición corporal más sanas y un perfil más favorable a la prevención de enfermedades.
Por otro lado, está demostrado que la actividad física está asociada a una mejor salud funcional, un menor riesgo de caídas y a una mejora en las funciones cognitivas.
Veamos algunos tipos de actividades y sus características para hacer durante esta etapa de la vida y tengamos en cuenta que su intensidad puede ser relativamente moderada o intensa, dependiendo de la condición física de cada persona.
Aeróbicas o de resistencia. Mejoran la aptitud cardiorrespiratoria. Al realizarla, aumenta la frecuencia de los latidos del corazón para satisfacer las demandas que produce el movimiento del cuerpo, por ejemplo: Caminar l Bailar l Nadar l Trotar l Actividades acuáticas l Clases de aeróbica | Andar en bicicleta l Practicar algún deporte
Fortalecimiento Muscular.
La pérdida de la fuerza muscular es una de las características del envejecimiento. Realizar estos ejercicios aumenta la fuerza, la resistencia, la potencia y la masa muscular. También previene caídas, mejora la estabilidad, evita la pérdida de masa músculo-esquelética y la osteoporosis y, sobre todo, contribuye a estar más activos, autónomos e independientes. Algunas de las actividades sugeridas son: Levantar pesas l Utilizar bandas de resistencia o máquinas | Ejercicios con el propio peso corporal l Practicar yoga y/o Tai Chi l Cargar peso
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